La enfermedad en el concepto Yoruba (2ª parte y Final)
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La enfermedad en el concepto Yoruba (2ª parte y Final)
A continuación relataré una de las tantas leyendas que hacen referencia al concepto yorubá de la enfermedad y posteriormente analizaremos el mensaje filosófico que está presente en su metáfora y lenguaje cifrado:
Al comienzo del mundo, cuando todos los seres humanos gozaban de perfecta salud, cuando nadie moría y no se experimentaba el dolor por la pérdida de los allegados, sucedió que en un pueblo llamado Iré llegaron dos personajes siniestros y tomaron por la fuerza el gobierno de aquel lugar. Estos personajes eran Ògún (Dios de los metales) e Ikú (La Muerte).
Con el carácter temerario de Ògún y la apariencia espantosa de Ikú lograron someter al pueblo a la sumisión total. Ògún gustaba de la bebida en exceso, obligaba a todos los pobladores a que le proporcionaran vino de palma en grandes cantidades. Esta actitud de Ògún, muchas veces molestaba a su compañero Ikú, puesto que cuando Ògún tomaba en exceso se quedaba dormido y descuidaba un tanto el gobierno de aquel lugar, pero además, se ponía furioso si lo trataban de despertar.
Esta situación trajo en ciertos momentos disgustos entre ambos, ya que Ògún hacía caso omiso a los consejos de Ikú. Un día, el consejo de ancianos de aquel pueblo convocó un concilio para buscar una solución y poner fin a tantos abusos de que eran víctimas, después de tantos debates no pudieron llegar a conclusión alguna, una de las causas es que no poseían armas para enfrentar a los usurpadores.
A la sazón, aparecieron allí en medio del debate un grupo de muchachos inmiscuyéndose en la conversación de los mayores, expresando que ellos tenían la forma de vencer al gobierno de Ògún y de Ikú, sin necesidad de utilizar la fuerza. Los ancianos reunidos dudaron por un instante de la decisión tomada por aquellos intrusos mocosos, pero tanta fue la insistencia de ellos, que los mayores se vieron obligados a probar suerte, puesto que ellos no habían decidido nada al respecto.
Por tanto, decidieron correr el riesgo y dejaron a los muchachos la difícil tarea. Los muchachos pidieron bastante comida y bastante bebida y rápidamente convocaron una fiesta en el centro del pueblo, pero con la condición de que ninguna persona mayor de la comunidad participara del evento. Cuando Ògún se enteró del propósito de los muchachos, se dirigió a aquel lugar ya que los menores no significaban ningún peligro para él y pro tanto no eran objeto de sospecha.
Los muchachos al ver a Ògún lo trataron con gran delicadeza y le invitaron a participara en la fiesta. Después de muchos cantos, bailes y comidas, los muchachos gentilmente daban mucha bebida a Ògún de todos los tipos, al punto que lo emborracharon totalmente. Al poco tiempo Ikú, notando la ausencia de Ògún, salió a buscarlo por todo el pueblo y allí, en aquel lugar, se lo encontró tirado en tierra totalmente ebrio, esto provocó un gran enojo para Ikú y temiendo que los pobladores, aprovechándose de la debilidad de Ògún pudieran vencerlo, comenzó a darle tirones para despertarlo, esto, por supuesto, provocó que Ògún se pusiera furioso y ciego de violencia sacó de su funda su machete y sin percatarse que la muerte era la que tenía a su lado, de un tajazo arrancó su brazo derecho. Ikú temeroso y presa de un terrible dolor, salió corriendo por todo el pueblo en busca de un refugio seguro. Se dice que nunca más fue vista por seres humanos.
En su loca carrera fue dejando a su paso una estela de sangre. Cuenta la leyenda que todos aquellos curiosos que salieron a contemplar el espectáculo y descuidadamente pisaron la sangre se enfermaron, los primeros curiosos y llenos de asombro fueron los propios muchachos. Se dice que después de éste hecho fue se conoció en el mundo la enfermedad.
De ésta leyenda nace el carácter prohibitorio para los devotos del culto de pisar sangre y además explica el por qué son los muchachos los primeros que enferman en caso de epidemias.
Analizando la leyenda, haciendo un amplio bosquejo de ésta entraremos a analizar el sentido filosófico de cada uno de los hechos ocurridos y que sirvan para dar más detalles del concepto yorubá de la enfermedad.
Ògún e Ikú representan dos divinidades muy importantes dentro de los rituales que se realizan dentro del culto. Se cree que Ògún fue la primera divinidad que vino a la tierra, abriendo paso para el posterior arribo de las demás divinidades. Ikú por su parte fue la última que arribó a la tierra. Cuentan algunas leyendas que después que el Creador encomendó a Obàtálá la creación de los seres humanos éste último cedió paso a Ogún y a su vez le encomendó dar forma a cada una de sus creaciones.
Ògún entonces, se convirtió en el modelador de Obàtálá. También se cuenta que el propio Olódùmarè encomendó a Ikú privar la vida a todas aquellas persona que Òrúnmìlà seleccionara a través de Ifá para así mantener el equilibrio en el mundo (ecosistema).
Esta leyenda nos inclina pensar que entre Ògún, Ikú y el proceso metabólico del organismo humano, existe una estrecha relación, y quizás, sea éste el mensaje criptográfico de la leyenda.
El metabolismo es una propiedad vital y fundamental del organismo. Con el cese del metabolismo llega la muerte. El metabolismo incluye dos procesos relacionados recíprocamente: la asimilación de las sustancias que entran en el organismo y la desasimilación de éstas. En el proceso de asimilación se forman sustancias orgánicas complejas que entran en la composición de las células y las estructuras intercelulares del organismo. En el proceso de desasimilación tiene lugar la desintegración de las sustancias orgánicas complejas y su transformación en las más simples. Con eso se desprende la energía necesaria para la actividad vital del organismo.
Los productos finales del metabolismo que no pueden ser sometidos en el organismo a transformaciones posteriores, se eliminan a través de los órganos de excreción. Los dos procesos relacionados recíprocamente se denominan anabolismo y catabolismo. Podemos decir que Ògún representa el anabolismo por su condición de modelador en la creación, mientras que Ikú representaría el catabolismo ya que elimina la materia viva y la transforma en otro estado.
Como ya se sabe, quién cumple con las leyes naturales no puede enfermarse, cuando se contravienen algunas de sus leyes, resulta una condición anormal y se manifiestan ciertos síntomas que por su generalidad le llaman enfermedad. Es conocido por la ciencia médica, que un desequilibrio entre los dos procesos metabólicos del organismo traería por consecuencia el arribo de enfermedades. En todas las personas ese equilibrio no es el mismo, depende de la vibración (original que influyó en su formación biológica), depende también de la influencia de Inalo e Isoki y en que proporción se encuentran en el organismo de la persona. También la ciencia expresa que en diferentes personas no es igual la intensidad del metabolismo y depende de la edad del hombre, carácter de su trabajo, condiciones de vida y otros factores.
En la leyenda también se hace mención a la gran ingestión de alimentos y bebidas, las cuales fueron causas del desequilibrio entre Ògún e Ikú. En las enfermedades tienen lugar distintas alteraciones metabólicas, a veces, éstas constituyen los signos principales de la enfermedad, como por ejemplo "la gota", en la cual está aumentado el contenido de ácido úrico en la sangre y tiene lugar la sedimentación de sales de éste ácido en las articulaciones, tendones y cartílagos.
Una de las partes más importantes de la leyenda es donde se hace referencia a la metáfora de la sangre y dice así: "todos aquellos curiosos que salieron a contemplar el espectáculo y descuidadamente pisaron la sangre se enfermaron". Durante mucho tiempo la sangre se consideró dotada de poderes divinos y además como reconstituyente orgánico. Era habitual, en reyes y guerreros de la antigüedad, beber sangre de anímales que poseyeran una gran fuerza corporal, fueran temerarios y de gran fiereza, para de ésta forma incorporarse semejantes virtudes. Se creía que la sangre era la portadora de la vida material y espiritual de todos los seres vivientes. Era un tabú (prohibición), tomar sangre de animales enfermos, así como sacrificarlos a los dioses. Se consideraba también que la enfermedad residía en la sangre y era transmitida por ésta. Hasta nuestros días dentro del culto se mantiene dicha creencia. Algunos científicos consideran que los cambios en la composición de la sangre evidencian el comienzo de una enfermedad. El filósofo francés Claude Bernard denominó a la sangre "espejo del organismo".
Los yorùbás no hablan de la enfermedad como si fuera una entidad con carácter, disposición y cualidades afectivas, tal como si fuera un anima dañino, sino como una espiritualidad, la cual no tiene existencia propia a pesar de que algunas leyendas hacen referencias a la enfermedad (Àrùn) como la esposa de Ikú (la Muerte). El sentido metafórico la considera como una condición anormal que brota de la propia muerte después de violarse algunas de las leyes establecidas por la naturaleza, pero además esta condición pasa a toda aquella persona que tenga contacto directo con ella. Lo que indicaría que todo el que violase esas leyes, sería víctima de las dolencias que provoca el arribo de la enfermedad. Además, esta condición anormal totalmente espiritual se cree que resida dentro del cuerpo y solamente la descompensación de éste conllevaría a la materialización de ciertas anomalías inherentes a dicha condición.
Los yorùbás también creen que los animales y plantas albergan en su seno la espiritualidad de determinadas dolencias que se manifestarán en sus semejantes e incluso en los seres humanos en caso de ser sacrificados sin tomar las medidas litúrgicas pertinentes. Entre un ser humano, un animal y una planta específica existen ciertos enlaces bioenergéticos por simpatía y los primeros son los que estarían propensos a adquirir las dolencias que se ocultan en éstos seres inferiores. Todos los seres humanos han heredado, además de sus lejanos antepasados, de los animales y las plantas que vivían en los ríos, mares, bosques, etc, el ritmo de los procesos fisiológicos, lo que hace que la calamidad de los unos repercuta en los otros.
Muchas personas y hombres de ciencia opinan que la enfermedad conocida como "peste" no solamente es transmitida por las ratas, sino que reside con ella dicha enfermedad. Si se extinguieran todas las ratas de la faz de la tierra sobrevendría dicha enfermedad a los seres humanos pero, mayor aún, a toda aquella persona que tuviera una afinidad energética con ese roedor. De esto se deduce la importancia de conocer que odù rige a cada persona y de ésta forma se conocen las enfermedades que una persona en particular tendrá, por tendencia, al animal de su signo u odù Ifá, a padecer.
La destrucción de la ecología acarrearía la exteriorización de ciertas enfermedades desconocidas para el hombre, así como se deduce del texto legendario.
Hipócrates, médico de la antigüedad, habló del vínculo inexplicable y enigmático entre muchas enfermedades y los cataclismo de la naturaleza. En su Historia Romana, el famoso historiador alemán B. Niebuhr escribía: "las más horripilantes convulsiones de la naturaleza se acompañaban con frecuencia y coincidían en tiempo con distintas epidemias y otras catástrofes".
Por todos éstos motivos, los yorubás consideran la enfermedad como una descompensación entre los seres humanos y las leyes naturales que le dieron oriente. El intento de la naturaleza es expulsar la anormal condición y restablecer la salud.
Por tanto, a veces la enfermedad se llama incumplimiento.
Al comienzo del mundo, cuando todos los seres humanos gozaban de perfecta salud, cuando nadie moría y no se experimentaba el dolor por la pérdida de los allegados, sucedió que en un pueblo llamado Iré llegaron dos personajes siniestros y tomaron por la fuerza el gobierno de aquel lugar. Estos personajes eran Ògún (Dios de los metales) e Ikú (La Muerte).
Con el carácter temerario de Ògún y la apariencia espantosa de Ikú lograron someter al pueblo a la sumisión total. Ògún gustaba de la bebida en exceso, obligaba a todos los pobladores a que le proporcionaran vino de palma en grandes cantidades. Esta actitud de Ògún, muchas veces molestaba a su compañero Ikú, puesto que cuando Ògún tomaba en exceso se quedaba dormido y descuidaba un tanto el gobierno de aquel lugar, pero además, se ponía furioso si lo trataban de despertar.
Esta situación trajo en ciertos momentos disgustos entre ambos, ya que Ògún hacía caso omiso a los consejos de Ikú. Un día, el consejo de ancianos de aquel pueblo convocó un concilio para buscar una solución y poner fin a tantos abusos de que eran víctimas, después de tantos debates no pudieron llegar a conclusión alguna, una de las causas es que no poseían armas para enfrentar a los usurpadores.
A la sazón, aparecieron allí en medio del debate un grupo de muchachos inmiscuyéndose en la conversación de los mayores, expresando que ellos tenían la forma de vencer al gobierno de Ògún y de Ikú, sin necesidad de utilizar la fuerza. Los ancianos reunidos dudaron por un instante de la decisión tomada por aquellos intrusos mocosos, pero tanta fue la insistencia de ellos, que los mayores se vieron obligados a probar suerte, puesto que ellos no habían decidido nada al respecto.
Por tanto, decidieron correr el riesgo y dejaron a los muchachos la difícil tarea. Los muchachos pidieron bastante comida y bastante bebida y rápidamente convocaron una fiesta en el centro del pueblo, pero con la condición de que ninguna persona mayor de la comunidad participara del evento. Cuando Ògún se enteró del propósito de los muchachos, se dirigió a aquel lugar ya que los menores no significaban ningún peligro para él y pro tanto no eran objeto de sospecha.
Los muchachos al ver a Ògún lo trataron con gran delicadeza y le invitaron a participara en la fiesta. Después de muchos cantos, bailes y comidas, los muchachos gentilmente daban mucha bebida a Ògún de todos los tipos, al punto que lo emborracharon totalmente. Al poco tiempo Ikú, notando la ausencia de Ògún, salió a buscarlo por todo el pueblo y allí, en aquel lugar, se lo encontró tirado en tierra totalmente ebrio, esto provocó un gran enojo para Ikú y temiendo que los pobladores, aprovechándose de la debilidad de Ògún pudieran vencerlo, comenzó a darle tirones para despertarlo, esto, por supuesto, provocó que Ògún se pusiera furioso y ciego de violencia sacó de su funda su machete y sin percatarse que la muerte era la que tenía a su lado, de un tajazo arrancó su brazo derecho. Ikú temeroso y presa de un terrible dolor, salió corriendo por todo el pueblo en busca de un refugio seguro. Se dice que nunca más fue vista por seres humanos.
En su loca carrera fue dejando a su paso una estela de sangre. Cuenta la leyenda que todos aquellos curiosos que salieron a contemplar el espectáculo y descuidadamente pisaron la sangre se enfermaron, los primeros curiosos y llenos de asombro fueron los propios muchachos. Se dice que después de éste hecho fue se conoció en el mundo la enfermedad.
De ésta leyenda nace el carácter prohibitorio para los devotos del culto de pisar sangre y además explica el por qué son los muchachos los primeros que enferman en caso de epidemias.
Analizando la leyenda, haciendo un amplio bosquejo de ésta entraremos a analizar el sentido filosófico de cada uno de los hechos ocurridos y que sirvan para dar más detalles del concepto yorubá de la enfermedad.
Ògún e Ikú representan dos divinidades muy importantes dentro de los rituales que se realizan dentro del culto. Se cree que Ògún fue la primera divinidad que vino a la tierra, abriendo paso para el posterior arribo de las demás divinidades. Ikú por su parte fue la última que arribó a la tierra. Cuentan algunas leyendas que después que el Creador encomendó a Obàtálá la creación de los seres humanos éste último cedió paso a Ogún y a su vez le encomendó dar forma a cada una de sus creaciones.
Ògún entonces, se convirtió en el modelador de Obàtálá. También se cuenta que el propio Olódùmarè encomendó a Ikú privar la vida a todas aquellas persona que Òrúnmìlà seleccionara a través de Ifá para así mantener el equilibrio en el mundo (ecosistema).
Esta leyenda nos inclina pensar que entre Ògún, Ikú y el proceso metabólico del organismo humano, existe una estrecha relación, y quizás, sea éste el mensaje criptográfico de la leyenda.
El metabolismo es una propiedad vital y fundamental del organismo. Con el cese del metabolismo llega la muerte. El metabolismo incluye dos procesos relacionados recíprocamente: la asimilación de las sustancias que entran en el organismo y la desasimilación de éstas. En el proceso de asimilación se forman sustancias orgánicas complejas que entran en la composición de las células y las estructuras intercelulares del organismo. En el proceso de desasimilación tiene lugar la desintegración de las sustancias orgánicas complejas y su transformación en las más simples. Con eso se desprende la energía necesaria para la actividad vital del organismo.
Los productos finales del metabolismo que no pueden ser sometidos en el organismo a transformaciones posteriores, se eliminan a través de los órganos de excreción. Los dos procesos relacionados recíprocamente se denominan anabolismo y catabolismo. Podemos decir que Ògún representa el anabolismo por su condición de modelador en la creación, mientras que Ikú representaría el catabolismo ya que elimina la materia viva y la transforma en otro estado.
Como ya se sabe, quién cumple con las leyes naturales no puede enfermarse, cuando se contravienen algunas de sus leyes, resulta una condición anormal y se manifiestan ciertos síntomas que por su generalidad le llaman enfermedad. Es conocido por la ciencia médica, que un desequilibrio entre los dos procesos metabólicos del organismo traería por consecuencia el arribo de enfermedades. En todas las personas ese equilibrio no es el mismo, depende de la vibración (original que influyó en su formación biológica), depende también de la influencia de Inalo e Isoki y en que proporción se encuentran en el organismo de la persona. También la ciencia expresa que en diferentes personas no es igual la intensidad del metabolismo y depende de la edad del hombre, carácter de su trabajo, condiciones de vida y otros factores.
En la leyenda también se hace mención a la gran ingestión de alimentos y bebidas, las cuales fueron causas del desequilibrio entre Ògún e Ikú. En las enfermedades tienen lugar distintas alteraciones metabólicas, a veces, éstas constituyen los signos principales de la enfermedad, como por ejemplo "la gota", en la cual está aumentado el contenido de ácido úrico en la sangre y tiene lugar la sedimentación de sales de éste ácido en las articulaciones, tendones y cartílagos.
Una de las partes más importantes de la leyenda es donde se hace referencia a la metáfora de la sangre y dice así: "todos aquellos curiosos que salieron a contemplar el espectáculo y descuidadamente pisaron la sangre se enfermaron". Durante mucho tiempo la sangre se consideró dotada de poderes divinos y además como reconstituyente orgánico. Era habitual, en reyes y guerreros de la antigüedad, beber sangre de anímales que poseyeran una gran fuerza corporal, fueran temerarios y de gran fiereza, para de ésta forma incorporarse semejantes virtudes. Se creía que la sangre era la portadora de la vida material y espiritual de todos los seres vivientes. Era un tabú (prohibición), tomar sangre de animales enfermos, así como sacrificarlos a los dioses. Se consideraba también que la enfermedad residía en la sangre y era transmitida por ésta. Hasta nuestros días dentro del culto se mantiene dicha creencia. Algunos científicos consideran que los cambios en la composición de la sangre evidencian el comienzo de una enfermedad. El filósofo francés Claude Bernard denominó a la sangre "espejo del organismo".
Los yorùbás no hablan de la enfermedad como si fuera una entidad con carácter, disposición y cualidades afectivas, tal como si fuera un anima dañino, sino como una espiritualidad, la cual no tiene existencia propia a pesar de que algunas leyendas hacen referencias a la enfermedad (Àrùn) como la esposa de Ikú (la Muerte). El sentido metafórico la considera como una condición anormal que brota de la propia muerte después de violarse algunas de las leyes establecidas por la naturaleza, pero además esta condición pasa a toda aquella persona que tenga contacto directo con ella. Lo que indicaría que todo el que violase esas leyes, sería víctima de las dolencias que provoca el arribo de la enfermedad. Además, esta condición anormal totalmente espiritual se cree que resida dentro del cuerpo y solamente la descompensación de éste conllevaría a la materialización de ciertas anomalías inherentes a dicha condición.
Los yorùbás también creen que los animales y plantas albergan en su seno la espiritualidad de determinadas dolencias que se manifestarán en sus semejantes e incluso en los seres humanos en caso de ser sacrificados sin tomar las medidas litúrgicas pertinentes. Entre un ser humano, un animal y una planta específica existen ciertos enlaces bioenergéticos por simpatía y los primeros son los que estarían propensos a adquirir las dolencias que se ocultan en éstos seres inferiores. Todos los seres humanos han heredado, además de sus lejanos antepasados, de los animales y las plantas que vivían en los ríos, mares, bosques, etc, el ritmo de los procesos fisiológicos, lo que hace que la calamidad de los unos repercuta en los otros.
Muchas personas y hombres de ciencia opinan que la enfermedad conocida como "peste" no solamente es transmitida por las ratas, sino que reside con ella dicha enfermedad. Si se extinguieran todas las ratas de la faz de la tierra sobrevendría dicha enfermedad a los seres humanos pero, mayor aún, a toda aquella persona que tuviera una afinidad energética con ese roedor. De esto se deduce la importancia de conocer que odù rige a cada persona y de ésta forma se conocen las enfermedades que una persona en particular tendrá, por tendencia, al animal de su signo u odù Ifá, a padecer.
La destrucción de la ecología acarrearía la exteriorización de ciertas enfermedades desconocidas para el hombre, así como se deduce del texto legendario.
Hipócrates, médico de la antigüedad, habló del vínculo inexplicable y enigmático entre muchas enfermedades y los cataclismo de la naturaleza. En su Historia Romana, el famoso historiador alemán B. Niebuhr escribía: "las más horripilantes convulsiones de la naturaleza se acompañaban con frecuencia y coincidían en tiempo con distintas epidemias y otras catástrofes".
Por todos éstos motivos, los yorubás consideran la enfermedad como una descompensación entre los seres humanos y las leyes naturales que le dieron oriente. El intento de la naturaleza es expulsar la anormal condición y restablecer la salud.
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